Según el último censo elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España existen entre 15.600 y 20.600 las personas sin hogar (mientras casi un 14% de las viviendas –concretamente 2.894.986- están vacías). Caritas va más allá y ha cifrado en más de 30.000 las personas sin hogar y en un millón y medio las familias que viven en infraviviendas. Por su parte el informe titulado ¿Quién duerme en la calle? impulsado por Caixa Catalunya estima que la población sin hogar en España ha crecido a un ritmo lento pero sostenido hasta llegar, este año 2008, a las 25.000 o 30.000 personas(lo que nos da aproximadamente cien viviendas sin habitar por cada persona sin hogar). El artículo 47 de la Constitución, que proclama que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” sigue sin cumplirse… No obstante este estudio señala la necesidad de diferenciar entre personas sin hogar y personas sin techo, que suponen el 22,5% de los homeless. En España, entre 5.600 y 6.800 personas duermen literalmente en la calle, según dicho estudio, es decir, debajo de un puente, en un rincón, un porche, un parque o un cajero. Entre los “sin techo” hay mucha soledad: sólo un 15% está casado o tiene pareja y un 61%, soltero". Los que duermen en la calle, sufren una falta crónica de sueño. Más de la mitad de los “sin techo” duerme una media de 6 horas o menos al día y casi una cuarta parte sólo duerme entre 1 y 4 horas diarias. Muchas veces, su situación no obedece a una crisis breve y transitoria, ya que casi la mitad (un 46%) se encuentra en esa situación desde hace más de un año. La falta de trabajo, la falta de dinero, las rupturas afectivas, los problemas con la pareja o la familia de origen, y en muy menor medida la falta de documentación para los inmigrantes, el alcoholismo, la drogadicción y la enfermedad mental son alguna de las causas que le han conducido a esta situación. En palabras del europarlamentario polaco Bronislaw Geremk -citadas en forumlibertas-, “los pobres sin hogar son una especie de estirpe de Caín que, de manera misteriosa e interminable, se prolonga a lo largo de las épocas y los sistemas políticos y culturales más diversos…una especie de maldición que, si bien en nuestras sociedades ricas la sufren tan solo unos cuantos seres humanos, acaba siendo expresión y reflejo del nivel de indignidad moral y política en el que, de alguna manera, todos nos vemos envueltos”. En estas fechas la situación de los sin techo se agudiza por eso las organizaciones sociales generan iniciativas “coyunturales” y “paliativas”, aunque no por eso innecesarias, entre tanto se producen la medidas estructurales. Una de ellas es la UVI social. Se trata de un servicio totalmente organizado, que se presta en equipo, haciendo un recorrido en furgoneta, todas las noches, por los puntos de la ciudad donde se sabe que pernoctan personas sin techo, a las que se les ofrece comida, bebida caliente y un rato de compañia con el que mitigar su soledad. Se trata de una problemática sobre todo urbana y por ello algunas Cáritas locales suelen tener este servicio. Para conocer más este fenómeno de "cuarto mundo" en nuestras calles recomendamos el cuaderno nº 150 del equipo de Cristianisme i Justicia titulado "Nuestros vecinos de la calle" y que finaliza con la siguiente FABULA "Los ciervos y la sociedad":Érase una vez, dos ciervos pobres, muy pobres. Sobrevivían, el uno de la limosna y el otro de la chatarra. Habían descubierto la amistad. Un día encontraron a otro ciervo pobre y solitario y le invitaron a unirse a ellos. Habían descubierto la fraternidad. Y así se fueron sumando otro y otro y otro, cada uno con su variopinta ocupación. Habían descubierto la solidaridad. Un día celebraron una fiesta con sus pobres medios. Habían descubierto la alegría. Hacían planes, casi siempre utópicos pero habían descubierto la ilusión. Iban donde querían, sin horarios ni jefes, preparándose para disfrutar del sol y de las estrellas cuando les parecía. Habían descubierto la libertad. Dormían casi todos al raso, algunos en un ciervoalbergue y pocos, los más afortunados en una ciervopensión. Cada día la tristeza de la soledad les iba abandonando y les invadía una paz que les llenaba de gozo. Habían descubierto la felicidad. ¿Por qué -se preguntaron- ahora que tenemos este saco lleno de valores preciosos, no vamos a ofrecérselos a la sociedad? Parece que les falta alguno, o todos. Así lo hicieron, pero la sociedad les humilló, les insultó y les expulsó. Ellos, felices, volvieron a pasar la noche a sus ciervobancos del parque y a sus ciervocajeros automáticos. A la mañana siguiente, encontraron que la sociedad estaba arrasada y destrozada por el egoísmo, la envidia, la avaricia y el materialismo. La Bolsa de Valores económicos se había desplomado y la bolsa de valores morales había pedido asilo en algún limbo remoto. Entonces, la sociedad acudió a exigir a los ciervos sus preciosos valores. Y los ciervos les cantaron: "si no sabes como salir y la vida te hace añicos, nuestro consejo has de oír: hazte pobre y serás rico"
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