Si estuviéramos en una clase de ciencias naturales en un instituto allá por el año 1690, nos explicarían que el plumaje de los cisnes era blanco. Incluso, alguien podría haber “descubierto” una teoría para justificar el color blanco de las plumas y esta teoría podría haber llegado a ser aceptada por la comunidad científica de la época. El problema surgió cuando en 1697, exploradores europeos se dirigieron a Australia y encontraron entre la numerosa fauna que poblaba la isla, cisnes negros. Nassim Taleb utiliza esta metáfora para introducir el concepto del Cisne Negro: un suceso de gran impacto, difícil de predecir y sobrepasa las expectativas aceptadas. Pero Taleb nos indica algo más. Primero la poca capacidad que tenemos para predecir los grandes acontecimientos cuyos impactos cambiarán el futuro. Segundo nuestra obsesión por la modelización de la realidad. De forma similar a como ocurre con el principio de racionalidad limitada -facil de comprender pero difícil de asumir- creemos contar con la verdad, puesto que partimos de modelos “científico-matemáticos” de validación, pero no nos damos cuenta de que las premisas que aceptamos como válidas no siempre lo son. Como indica Punset: la realidad nos demuestra día a día que el movimiento no viene de las cátedras, sino del dinamismo vivo. Seamos más críticos y partiendo de una basta pluralidad de fuentes, montemos nuestro propio criterio, el cual puede ser más o menos acertado; pero será el nuestro. Si la filosofía –epistemología- nos indica que hemos de ser escépticos, la psicología nos propone también cautela con nuestras predicciones afectivas. Daniel Gilbert -“un líder en el estudio de affective forecasting (predicción afectiva) según el Wall Street Journal” o la forma cómo la gente predice sus reacciones emocionales para eventos futuros nos propone que “nuestros cerebros sistemáticamente malinterpretan lo que nos hará felices” (Stumbling on Happiness, 2006).Gilbert considera que, en nuestra ferviente búsqueda de la felicidad de toda la vida, la mayoría de nosotros tenemos el mapa equivocado de la misma forma en que las ilusiones ópticas engañan a nuestros ojos. ¡Cuántas veces hemos experimentado la famosa frase de “El Principito” lo esencial es invisible a los ojos!Hace unos días Mckinsey seleccionaba como gráfico del mes una perspectiva de sectores beneficiados o perjudicados ante la recesión. La crisis invita al pesimismo (aunque surgen oportunidades como empresas que compran negocios con cuantiosos activos y fuertemente endeudados) pero hemos de elaborar nuestro propio diagnóstico y no dejarnos llevar por el sentir general o los malos augurios. La crisis es un cisne negro no todo lo que viene es malo y mucho menos si lo analizamos para cada situación personal. Lo realista en este caso es rechazar el pesimismo a priori...Ojalá la crisis nos sirva para ser más austeros (nos vendrá bien a nosotros y al planeta), ser más exigentes y comprometidos con nuestros gobiernos (planteando mecanismos que reduzca el abuso y absurdo del capitalismo exacerbado en el que vivimos), y más solidarios ayudando, por lo menos, a los cercanos que nos necesiten.
Foto: www.australiafauna.com
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