martes, 11 de enero de 2011

Voluntariado corporativo

2011 es el Año Europeo del Voluntariado. Un caso especial -una innovación social- es el voluntariado corporativo: personas que trabajan y su empresa les apoya para que sean voluntarios en otras instituciones y formas. Plantearse a mediados del siglo XX –por ejemplo- que un trabajador tuviese ganas de donar parte de su tiempo para ejercer labores de voluntariado –dado que el empleo remunerado supone una restricción limitadora–, o que una empresa se preocupara por establecer un programa específico para canalizar este tipo de sensibilidades, resultaba altamente improbable. De este modo se ha considerado a menudo que el voluntariado se focalizaba en personas laboralmente inactivas –jóvenes, mujeres, jubilados/as– con mucho tiempo libre.
Esta concepción tradicional se está transformando. Hoy día se considera al trabajo como un mecanismo de integración social que contribuye a desarrollar habilidades cívicas, entre las que se incluyen las de voluntariado. De hecho existen trabajos que constatan que las ratios más bajas de voluntariado se localizan entre aquellas personas que no están integradas en el mercado laboral, sobre todo desempleados y amas de casa. Además el trabajo remunerado refuerza el voluntariado en la medida que permite el desarrollo de competencias como la autoconfianza y el aprendizaje de habilidades organizativas.
Estos y otros motivos justifican la relevancia del voluntariado corporativo que se encauza a través de programas promovidos como una iniciativa organizativa. La demanda creciente en la sociedad de mayores niveles de responsabilidad social corporativa –a nivel externo– y las expectativas de crecimiento y desarrollo personal por parte de los empleados –a nivel interno– han sido factores catalizadores de esta transformación organizacional. En la web Compromiso RSE pueden verse múltiples experiencias concretas y recientes.
Este cambio de tendencia también ha tenido su impacto en la forma de concebir la relación entre empresas y organizaciones del Tercer Sector. De este modo, una de sus energías claves –el voluntariado– no se nutriría tan solo de personas laboralmente inactivas, sino de individuos comprometidos independientemente de su situación laboral-profesional. Por tanto, las empresas no serían necesariamente un obstáculo para la generación de actividad voluntaria, sino incluso podrían ser aliadas para fomentar y potenciar su desarrollo.
Según el "Informe de Voluntariado Corporativo en España 2010" realizado por el Observatorio de Voluntariado Corporativo, el 65% de las empresas con más de 500 empleados realiza Voluntariado Corporativo. Banca, Telecomunicaciones y Alimentación son los sectores que han experimentado un mayor desarrollo de este tipo de actividades de Voluntariado Corporativo. El voluntariado social es el más extendido entre las empresas, con un 74%, seguido por el voluntariado medioambiental, con un 34%, y el voluntariado profesional con un 22%. El 49% de las empresas tiene previsto invertir aproximadamente 10.000€ en acciones de Voluntariado Corporativo. La formación, los medios técnicos y organizativos y las horas, en el caso de que sean dentro del horario normal de trabajo, son los aspectos que componen el presupuesto de la actividad de voluntariado corporativo.
En un estudio que realizamos sobre las condiciones que favorecen la posibilidad de simultanear trabajo y actividad voluntaria ("Trabajador y voluntario: ¿misión imposible") constatamos con un modelo econonómetrico de regresión logística que tanto la edad como la implicación de los individuos en tareas del hogar y del cuidado de hijos aumentaba la probabilidad de trabajadores que simultaneaban actividad de voluntariado. Un factor muy relevante en estas personas era la importancia de la vinculación a la comunidad: aquellos sujetos más implicados con su entorno muestran una tendencia mucho más acuciada hacia el hecho de trabajar de forma remunerada y ser voluntariado. Además el voluntariado sería más frecuente entre aquellos asalariados con mayor estatus profesional y entre los que tienen menores restricciones de tiempo: empleados con contratos temporales y/o a tiempo parcial, que tienen cierta capacidad para decidir su horario y que, en todo caso, trabajan menos de diez horas al día.
En el último número de la Revista de Responsabilidad Social de Empresa, nº6, volumen 2-nº3. Septiembre-Diciembre 2010, la profesora Celeste Dávila realiza un estudio sobre las motivaciones aplicando el cuestionario Inventario de Funciones del Voluntariado a un total de 102 empleados pertenecientes a 5 empresas diferentes. Los dos motivos más importantes tanto para los voluntarios vinculados como para los no vinculados a la empresa son los motivos de valores y de conocimiento. El único motivo que permite explicar la intención de desarrollar en el futuro nuevas experiencias de voluntariado es el motivo de valores.
Sería interesante investigar si los/as voluntarios/as corporativos/as son personas que se las valora realmente a nivel interno en las organizaciones –los departamentos de recursos humanos consideran o no estas cuestiones a la hora de promocionar a las personas- dadas sus potenciales aportaciones "intangibles" a la cultura y clima interno o se trata de una cuestión que afecta “indirectamente” (imagen, la moda de la RSE,…etc). La Unión Europea ha constituido un grupo de expertos entre los que se encuentra Fundar debido a su éxito con el programa ENGAGE. Esta misma organización tiene una publicación interesante sobre el voluntariado corporativo en España y America Latina.

sábado, 8 de enero de 2011

Vivir de otra forma: ecoaldeas

"Una ecoaldea es un asentamiento humano, concebido a escala humana, que incluye todos los aspectos importantes para la vida, integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoya formas saludables de desarrollo y que puede persistir indefinidamente". Así lo define el precursor de este movimiento a nivel mundial Robert Gilman. Se trata por tanto de un claro ejemplo de entidades que Henry Mintzberg (Mintzberg y dirección,1991) califica como “misioneras” claustrales –pretenden vivir un ideal para cambiar el mundo aislándose-. Como señala Victor Torre -fundador de una de ellas- “Las personas que vivimos en una Ecoaldea, estamos en un proceso de transformación de nuestra conciencia para una mejor conexión con la naturaleza, para reducir nuestro impacto ambiental y generar una cultura de paz y solidaridad planetaria”. En España existen diversas experiencias (El Valle de Sensaciones Valdepiélagos, Jardines de Acuario,Taldea, Valle Pino Los Condes, Matavenero, Arcadia, Tamera). En Noviembre de 2001 se celebró en Madrid la Asamblea Fundacional de la Red Ibérica de Ecoaldeas para promover el intercambio de información y de recursos entre los miembros de la red , otras personas o grupos, la difusión del concepto de ecoaldea y asentamiento sustentable y el acercamiento de las personas que, desde pueblos y ciudades, desean apostar por estas formas de vida. La Red Ibérica de Ecoaldeas relaciona, conecta y acerca las diferentes Ecoaldeas que están funcionando, los diferentes proyectos de Ecoaldeas que están queriendo crearse, y a distintas asociaciones y personas con objetivos similares. La experiencia de esta Red considera una serie de condiciones para formar una experiencia de estas características:
-Necesita un grupo de gente con un nexo de unión, una visión común, un sueño compartido, objetivos, metas que desarrolle una estructura comunitaria dinámica con sus actividades comunes, espacios de encuentro, formas de gobierno, programas educativos, actividades culturales, etc.
-La convivencia en un lugar común exige una estructura colectiva de toma de decisiones y la creación de una cultura que integre los aspectos ecológicos, sociales, culturales, económicos, tecnológicos, políticos, espirituales.
-Generalmente en las Ecoaldeas se trabajan temas diversos: del trabajo con y en la tierra: horticultura ecológica, Permacultura, Ganadería ecológica, Bioconstrucción, Aprovechamiento de bosques plantas, frutas etc.
Pero resulta fácil hablar de convivencia pero difícil de llevarlo a la práctica. Joan Salvia –autor de una web dedicada al tema- narra así su experiencia: En el año1993 reuní a 7 familias de la isla de Ibiza las cuales habían participado en varias reuniones, con el fín de instalarnos en un pueblo abandonado de los Pirineos. En un primer viaje se hizo una evaluación de los lugares encontrados y optamos por instalarnos en el pueblo de Arreu a 1350 metros de altitud y a 7 de Alós de Isil. El pueblo llevaba casi 25 años abandonado. Sólo era accesible a pie (30 minutos). Compramos burros, una vaca, gallinas y nos pusimos manos a la obra con mucha ilusión, restaurando casas, limpiando el sendero... Todo era hermoso, un río de aguas cristalinas proveniente de unos lagos cruzaba el valle y su melodía era permanente en el pueblo. La experiencia era muy dura. Habíamos pactado varias normas entre ellas, dejar toda energía contaminante, incluído las pilas, el tabaco, y otros consumos. La convivencia duró un año. ¿Qué falló? El lugar era hermoso, había casas de sobras, teníamos permiso de propietarios, huerto propio... Falló la convivencia y las 7 familias nos dispersamos a los cuatro vientos. Han pasado varios años desde esa experiencia. He recorrido algunas ecoaldeas y comunidades y en todas sigo viendo el eterno problema de la convivencia. Hay que superarse, crecer, aprender a convivir incluso con aquellos que no piensan como tú pero compartenun estilo de vida y una filosofía.

La convivencia…¿cuándo le daremos la importancia -la famosa inteligencia social- que se merece e insistamos en que se trabaje en el sistema educativo?
En cualquier caso las ecoaldeas pueden considerarse como una innovación social de calado en su triple dimensión: sostenibilidad económica, social y medioambiental.