jueves, 18 de diciembre de 2008

¿Aprendemos de nuestros hijos/hijas?


Internet (web 2.0, web 3.0, web 4.0,...) va generando numerosas expectativas –unas confirmadas y otras no- por las oportunidades de negocio que implican las transformaciones radicales en los conceptos de espacio y tiempo: la localización de empresa, los horarios y los procesos se adaptan a las necesidades de cada cliente en un mercado global. Por ello, no sólo se ha cambiado la forma en la que las organizacioness se relacionan entre sí y con sus clientes, sino también la forma en que los consumidores -y prosumidores- ven el mundo. Los cimientos de este aprendizaje se han solidificado con la penetración en los hogares de la tecnología, en sus diversas formas (PC, móviles, videoconsolas,…), de la mano de una progresiva disminución en los precios y, paralelamente, la rápida penetración del hábito informático en las nuevas generaciones (los datos están ahí, puede verse el último número, el 57, de la Revista Andalucía Investiga). De hecho, por primera vez en la historia, los hijos/as tienen algo que enseñar a sus padres/madres (también los nietos/as a los abuelos/as) en el puesto de trabajo (¿cuantos progenitores sabrían contestar a la pregunta para qué sirve el tuenti?. Lo que durante un par de décadas no había sido más que un juguete para ellos se ha ido convirtiendo paulatinamente en la herramienta más importante de las empresas (aunque lo de la web 2.0 todavía no ha calado tanto como esperaba). En cierto sentido se podría decir que estos niños/as han mamado las nuevas tecnologías y por eso se han incorporado con una clara ventaja sobre sus predecesores. Ya no sólo por la mayor familiarización en el manejo de los ordenadores sino también por su capacidad para utilizar las nuevas herramientas de comunicación. Por eso los nuevos profesionales saben como comunicarse en este nuevo mercado, y lo que es más importante, también tiene una nueva visión del mundo. La cuestión es hasta qué punto las organizaciones sociales se ha hecho eco de estas transformaciones, hasta qué punto está adoptando las decisiones pertinentes para adaptarse a estos cambios acelerados, y hasta qué punto es necesario un relevo generacional para afrontar los nuevos riesgos que esto supone. El camino no es otro que la inversión en tecnología –tanto a nivel de infraestructura técnica como humana- ya sea a nivel individual o mediante fórmulas de intercooperación empresarial. Posiblemente, aunque de forma incipiente, va surgiendo una “nuevo tercer sector" (como el laboratorio de innovación social)" y una "nueva economía social” –en la que ya existen experiencias emergentes (como las cooperativas m30m, Activa Sistemas, NTIC,...) y en donde también la empresa social va tomando cada vez más protagonismo- que con diferentes medios –los medioadiovisuales, el software, el hardware, las redes sociales...- vaya trasmitiendo el mismo mensaje en sus prácticas, en sus productos y servicios: la cooperación, la participación, la solidaridad y cada vez más, la innovación ( flipvideo, una curiosa forma de ir introduciendo al Tercer Sector en esta nueva dimensión). Una condición parece vislumbrarse en todas las experiencias emergentes: "hay que mojarse y enredarse". Renovemos nuestros “modelos mentales” para ver el mundo –no sólo el mercado- de una forma diferente –cada vez más en red y lleno de posibilidades- aunque sólo sea por la oportunidad que nos brinda el comienzo de un nuevo año. Quizás la nueva mirada nos sorprenda…

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