No se si han visto alguna vez el espectáculo de un hombre orquesta...el resultado es cómico (y patético...otra cosa es Boby McFerrin, el de Don´t worried, be happy...). Curiosamente nos reimos del resultado llevado al esperpento de quién quiere hacerlo todo y a la vez...Hace tiempo que las personas se dieron cuenta de qué era mejor colaborar...que era mejor el equipo...Pero a pesar de la lógica, a pesar de la evidencia, a pesar de los discursos, a pesar de las demandas del entorno -crecientes cuantitativa y cualitativamente-...nuestras organizaciones no arrancan...las personas que estamos en ellas no nos ponemos mano a la obra...Un obstáculo (y grande): el protagonismo. Dos respuestas. Veblen nos dice: "ansiamos el prestigio debido a nuestra necesidad innata de sentirnos superiores". Harris -el famoso antropólogo- nos dice que tribus como los ¡kung, semais o los mehinacus se las arreglaron bastante bién sin manifestar ninguna propensión especial a sentirse superiores...el prestigio es un producto de nuestra sociedad occidental que fomenta el consumo conspicuo (los rolex y demás artilugios...). Tenemos que respondernos a varias preguntas ¿necesitamos sentirnos superiores? ¿por qué?¿seremos más felices?¿y los demás?¿a quién le interesa realmente todo esto de sentirse superior?¿quién es realmente el perjudicado?...Lo mejor: descentrémonos. Emprendamos proyectos conjuntos...No vaya a ser que perdamos nuestro mejor partido de tenis: obsesionados por el marcador no miremos atentamente a la pelota...
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