¿Os acordáis de cuando nos decían que los aparatos iban a trabajar por nosotros y que a finales del siglo XX la jornada laboral no pasaría de las 25 horas semanales?”, ¿Qué ha pasado con el tiempo que debía sobrar después de comprimirlo todo hasta la mínima fracción posible? ¿Merece la pena ir tan de prisa...para terminar estresado, abrumado,...? El ritmo trepidante que llevamos ha disparado como nunca el consumo de ansiolíticos, antidepresivos,...; no sólo no disponemos de más tiempo, sino que tenemos la sensación de que llegamos tarde y mal a cualquier cosa y a cualquier sitio,..., sobre todo, de que no podemos disfrutar de lo que ya hemos conseguido porque continuamos sin tener tiempo. Time is money...pero ¿a qué precio? Hace ya varias décadas que comenzó el movimiento SLOW...y sus variantes y manifestaciones en los ámbitos de la salud -slow food-, el urbanismo -cittá slow- (localidades españolas como Pals, Begur, Palafrugell, Munguía, Lekeitio, Rubielos de Mora, Bigastro y Pozo Alcón forman parte de esta red)... Carl Honoré, conocido como un gurú "antiprisa" publico un libro de referencia en todo este movimiento: Elogio de la lentitud (RBA, 2005) traducido a 25 idiomas...Ir en contra de la corriente, ir despacio puede generar -y genera- procesos de innovación (o redescubrimiento). Si leen hasta aquí van por buen camino y a buen ritmo...Ya saben: sin prisa pero sin pausa (mejor también con alguna pausa ¿por qué no?)
viernes, 31 de octubre de 2008
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